Saturday, February 27, 2010

Hipnos

Se cuenta que estando de descanso Unamuno en su casa de veraneo, pasó un campesino, quien al ver al filósofo sembrando una planta, le dijo: “Buen día don Miguel, ¿Trabajandito?; a lo cual le contestó: “No, descansandito”. Al día siguiente pasa de nuevo el mismo campesino y al ver a Unamuno leyendo un libro, le dijo: “Buen día don Miguel, ¿Descansandito?; a lo cual le contesto el pensador: “No, trabajandito”.


El descanso implica de cierta manera, el cambiar de actividad. El trabajo físico requiere descanso físico y entretenimiento, y muchas veces el intelectual descansa llevando a cabo una actividad que le signifique un esfuerzo físico. Mas el verdadero descanso común a todos, es el sueño, el acto de dormir.


Perseo, rey de Macedonia, fue muerto, no dejándole dormir. Herodoto hablaba de hombres que dormían seis meses y velaban los otros seis, y curiosamente cuenta que el sabio Epiménides, durmió durante cincuenta y siete años seguidos.


Se dice que a Salomón le fue concedida su sabiduría durante un sueño y es precisamente el sueño lo que hace que el genero humano se clasifique entre los animales diurnos. Se ha tratado de explicar la razón por la cual el hombre empieza a acostarse para su descanso, era por el hecho que consideraba esa posición horizontal, el equilibrio perfecto de su cuerpo.


Por su parte, fue El Sueño, la primera obra que comenzó a escribir el genial Quevedo. Por cierto que en uno de esos relatos, titulado las “Zahúrdas de Platón”, cuenta el autor que vio “dos sendas que nacían de un mismo lugar y una se iba apartando de la otra, como si huyesen de acompañarse.”. Se trata de dos sendas, la de la derecha angosta y tortuosa por la cual transitaban hombres descalzos y desnudos, la de la izquierda amplia, por donde transitaban hombres de gala, carrozas y gente conocidas por sus vicios. Este último era el camino hacia el infierno. De ese escrito, parece provenir el conocido dicho: “Dime con quién andas y te diré quien eres”.


En la mitología griega, Sueño era el dios alegórico de Grecia, al cual se le llamaba Hipnos. En la Ilíada se cita a Hipnos (el sueño) y a Tánatos (la muerte). Lo primero, la “suspensión momentánea de las facultades activas”; lo segundo, la “cesación absoluta y definitiva de las funciones vitales”.